Me han gustado muchas cosas de la prueba, pero me quedo con dos: la incomodidad del puesto de conducción (mido 1,90, doy fe de ello, jaja) y la descripción de objetos que dejar en la bandejita que hay junto a la palanca de cambios. "Llega la hora de sacar la Rayban, el paquete de Ducados, las pastillas para la tos, la calderilla para el peaje, los Kleenex, el Ronson y todo lo demás. Y ¡oh, maravilla!, hay sitio para dejarlo todo".
Yo pienso más bien lo contrario, porque al no haber bolsas portaobjetos en los laterales y al estar la guantera abierta -sin tapa-, uno tiene la sensación hoy día de que no hay sitio para casi nada. Pero es curioso visualizar al público objetivo de este coche en la época, fumador -ahora que está tan de moda el debate-, con sus Rayban de aviador... y sin el móvil, por supuesto.
Por cierto, qué es un "Ronson"???
Saludos,